Martillo universal o de peña o de cristalero: es el más común porque su forma se adapta a casi todas las aplicaciones, tiene una cabeza cuadrada para impactar y otra aguzada para trabajos que exigen más precisión. Martillo de orejas, de ebanista o de uña: tiene una cabeza roma para golpear y una cuña curva para retirar los clavos fácilmente haciendo palanca con esa parte del martillo sobre la superficie en la que está incrustado el clavo.
Martillo de ángulo de impacto variable: permite golpear en lugares de difícil acceso.
Martillo de bola: posee una parte esférica que emplean mecánicos y chapistas.
Martillo de chapear: tiene un uso similar al martillo de bola.
Martillo de pico o piqueta: se utiliza en albañilería.
Mazas y macetas: pueden ser de acero (para demoler o golpear cinceles, formones o gubias), o tener terminales romos de nailon, madera, o caucho para evitar las marcas de impacto. Además sirven para golpear en otras herramientas o para dar forma a la chapa. Las hay con mango de plástico para absorber mejor las vibraciones.
Para trabajar materiales blandos usa mazas para evita marcas en el material al golpearlo.
Cuando uses clavos muy pequeños sujétalos con un trocito de cartón como en la figura.
Mantén el martillo limpio y seco para evitar la oxidación de la cabeza y el deterioro del mango. Hay que tener cuidado con todos los martillos y mazas para no golpear con ellos la mano o un dedo. El mango debe estar fuertemente unido a la cabeza, incluso con una cuña de sujeción, de lo contrario al golpear puede soltarse la cabeza ocasionando un accidente. La cabeza y el mango deben estar en buenas condiciones, sino hay que reemplazalos. No utilices el martillo con las manos sucias o grasientas. Si golpeas sobre una superficie dura, utiliza gafas de protección por si salen chispas.
